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Un geriátrico cuenta su experiencia con animales

 El Centro geriátrico donde el amor a los animales es terapia informal

Fuente: mediotejo.net

Abrió puertas a 10 de mayo de 2017, y desde el primer momento que tiene estado lotado con 60 personas ancianas institucionalizadas. Punto asiente es aplicar estrategias innovadoras y que complementen el bienestar físico y mental de los usuarios, a través de las más diversas iniciativas quiere internamente, quiere junto con la comunidad en general. Aquí surgen las llamadas «terapias informales», una de ellas bajo la forma de amor a los animales y que se consolidó con la adopción de dos perros de raza indefinida en una asociación de la región. Pero muchos otros son bienvenidos, haciendo las delicias de la casa.

El Centro Geriátrico Nuestra Señora de la Esperanza, en Vila de Rei, Portugal, un edificio amplio, con inmensa luz y grandes ventanas para el exterior, circundado de frondosos árboles en un espacio forestal. Tras muchos intercambios de sonrisas y de comenzarnos la aperceber del inmenso equipo que constituye esta institución, hora de conocer de cerca las iniciativas, exigencias y desafíos. Expresamente lo por qué optaron por la adopción de los dos perros.

Desde el primer momento el principal objetivo fue el sentido de responsabilidad de conseguir definir e implementar estrategias que pudieran ir al encuentro del bienestar de nuestras personas ancianas.

Inmediatamente los ancianos quedaron «completamente extasiados y delirantes» y «fueron ellos que escogieron los nombres en una dinámica mucho gira» Fue una empatía rápida, instantánea. Los perros llegaron de coche, venidos de un canil municipal de la región, llovía mucho, y trajimos, faseadamente, cada uno de ellos al edificio», recordó una de sus empleadas al medio mediotejo.

Sin embargo, se notó de inmediato que iría a ser una adopción desafiante. «Se veía que [los perros] no tenían mucha confianza en el contacto con seres humanos y el contacto que tenían no debía ser el más saludable, pues fue muy complicado y estamos en fase de progresión, en el sentido de les incutir algunos hábitos, inclusive de higiene. Pero la interacción y relación con las personas ancianas ha crecido gradualmente, paso a paso», contó.

Nunca entraban los dos de una sola vez en el Centro, haciéndolo alternadamente. Cada uno tuvo derecho a su casota en el patio, su comedouro, y por allí permanecían, como fieles guardiões y compañeros de jornada para personas llenas de compasión y de corazón maduro.

En la sala de estar, utilizando el cuadro donde son colocadas informaciones como el día de la semana, del mes, y otras, fueron siendo colocadas en lista las propuestas para bautizar los nuevos inquilinos del Centro Geriátrico Nuestra Señora de la Esperanza.

Recordando el momento de entusiasmo para la elección de los nombres, que llegó hasta a ser un momento de inclusión y respeto por la diferencia.

Por otro lado, el nombre de Delfim, el segundo perro, con pelo más claro y más robusto, fue bautizado a la primera vista después de sugerencia del nombre por uno usuario. Sin embargo desaparecido, deja saudade a todos.

Y la verdad es que, en la sala de convivencia, los ancianos confirmaron con naturalidad aquello que nos habían dicho. La forma como llaman, quiere a través de gestos, quiere vocalmente o por assobios, y el modo como los animales se anidan en los colos o se acostan juntado a los sillones muestra uno a la-gana y una confianza en creciendo, que es pagada por reciprocidade de mimos, cariños y afectos

La reacción de los ancianos sobre la adopción y acogida no podría haber sido mejor, hasta por el hecho de mayor parte haber tenido perros u otros animales en casa.

 

Entre las 60 personas instituidas, acompañadas por los varios colaboradores pertenecientes al equipo, muchas veces se notan momentos de aislamiento y de soledad, situación que fue atenuada con la entrada y contacto con animales, y en especial con los perros. Algo que vino despoletar uno nueva forma de estar por parte de esos ancianos.

Los canídos revelaron «una enorme paciencia y consiguen retirar de las personas con más dificultades de interacción y con cuadros demenciais mayores, asignados y hasta palabras lo que es extraordinario.

Nuestros ancianos se preocupan con los perros. Si tienen agua, si han comida si está lloviendo o si el portón abre y los perros van a la calle, tienen que ser traídos para dentro, o entonces si los coches tienen que disminuir la velocidad en el parque por la presencia de los animales en el recinto. Hay una enorme preocupación y responsabilidad de las personas ancianas para con los animales.

 

El Centro, como infraestructura reciente, gana ciertos beneficios quiere por su construcción, quiere por la localización y espacios disponibles, lo que añade valor al desarrollo de actividades o atenciones en diversas áreas, como la Animación sociocultural, Educación Física, Apoyo religioso y espiritual dato en la capilla instalada en el edificio y que recibe la celebración de la Palabra al domingo, Fisioterapia, Acogida temporal (disponible para personas que vengan a recuperar temporalmente de una situación clínica o en un periodo de descanso del cuidador), gabinete de Medicina y Enfermería, Psicología, Terapia del habla.

Entre las rutinas del día a día, que contienen obligaciones y responsabilidades, hay siempre espacio para el amor, la reciprocidade, el cariño, el altruísmo y la amistad, quiere entre los ancianos, quiere entre estos y el equipo de profesionales de la casa.

Allí, se tratan las maleitas, se compensa el dolor con buenas energías y se ataca la soledad con intercambio de sentimientos puros y sinceros. Se vive en familia y, en su seno, se resuelven los enigmas del alto puesto de la vejez.

Finalmente, dicen que el amor todo cura y todo vence. Y en el Centro Geriátrico Nuestra Señora de la Esperanza hay amor para dar y vender.

 

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